En una conversación con el docente, periodista y abogado, Juan Pablo Fernández Bogado, se abordó diversos factores que explican la baja convocatoria de la marcha campesina de este año, un evento históricamente significativo para Paraguay. Aunque en el pasado estas movilizaciones congregaban a gran cantidad de personas, en la actualidad, la desmovilización parece estar a la orden del día. Entre las razones que mencionó, destaca la situación económica y la falta de confianza en los líderes, tanto políticos como comunitarios.
Juan Pablo explicó que la ciudadanía, en su mayoría, se encuentra atrapada en la necesidad de atender sus problemas cotidianos, como pagar cuentas y enfrentar la inseguridad. «La gente está preocupada en otras cosas», comentó, señalando que las movilizaciones requieren tiempo adicional y esfuerzo, algo que muchos no pueden permitirse dadas sus realidades económicas. Esta falta de tiempo y los conflictos sociales que siguen afectando a la sociedad paraguaya, junto con una creciente desconfianza hacia los actores políticos, también contribuyen a que las personas se alejen de la movilización.
A pesar de este panorama, señaló que el sector más organizado y activo en la actualidad son los jubilados, quienes, ante las injusticias relacionadas con sus derechos, han logrado mantener su lucha en pie. «La cuestión de la jubilación tiene que ser un gran tema en la agenda», subrayó, subrayando la importancia de que se logre avanzar en cuestiones pendientes en este ámbito.
A lo largo de la charla, también se tocó la posibilidad de que el Gobierno esté interviniendo para que las movilizaciones pierdan fuerza. Según algunas versiones, ciertos colectivos fueron amenazados con la pérdida de itinerarios y beneficios si se sumaban a la marcha. Sin embargo, Juan Pablo, si bien no desestimó esta posibilidad, remarcó que las movilizaciones en Paraguay tienen una historia de efervescencia, que resurge cuando los momentos son realmente críticos, tal como ocurrió en el marzo paraguayo o durante las luchas contra la enmienda constitucional.
El análisis de la situación no se limitó solo a la desconfianza social y la falta de organización, sino que también hizo referencia a una suerte de «apatía heredada» del periodo de la dictadura, que aún persiste en muchos sectores de la sociedad. Según Juan Pablo, las generaciones que vivieron bajo el stronismo todavía sienten los efectos de este pasado, con una especie de miedo a movilizarse por los riesgos asociados.
En cuanto a la situación económica, se destacó la profunda crisis que afecta a las clases medias y bajas, haciendo que la gente no llegue a fin de mes. «No se puede justificar tanta apatía cuando el país está atravesando este tipo de situaciones», afirmó Juan Pablo, reflejando la creciente preocupación de la ciudadanía por su poder adquisitivo. En este contexto, la desmovilización social parece haber llegado a un punto donde las personas prefieren aguardar a que las condiciones cambien, aunque no se puede prever cuánto tiempo más resistirán estas tensiones sin que haya un estallido social.
El diálogo culminó con una reflexión sobre la importancia de la memoria histórica, haciendo alusión a ejemplos internacionales como el movimiento de las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, que también lucharon contra las consecuencias de las dictaduras. «Es algo que Paraguay aún tiene que vivir», concluyó Juan Pablo, sugiriendo que, eventualmente, el pueblo paraguayo se movilizará nuevamente cuando los problemas sean insostenibles.
Esta entrevista ofrece una mirada profunda sobre la situación actual del país, destacando las razones detrás de la falta de movilización y los factores que podrían estar frenando el accionar popular. En este momento, la ciudadanía parece estar más centrada en resolver sus problemas diarios, pero las tensiones siguen latentes, esperando el momento adecuado para estallar.