El crecimiento acelerado del Producto Interno Bruto (PIB) en Paraguay marca un periodo de «muy buenos tiempos macroeconómicos», con una producción en alza y una inflación relativamente estable comparada con la región. Sin embargo, el economista Jorge Garicoche advierte que, al bajar el zoom, la realidad microeconómica exhibe profundas preocupaciones que golpean directamente a la canasta familiar, principalmente por el aumento en el precio de los alimentos.
Garicoche utiliza la analogía futbolística: «cuando uno gana un partido, se puede hablar de todos los errores que hubo». En este sentido, el crecimiento del PIB es innegable, pero viene acompañado de un proceso de sofisticación económica que deja a algunos sectores en el camino.
«Las despensas van desapareciendo», señala el economista. Este fenómeno plantea un desafío crucial: cómo reconvertir e incluir laboralmente a quienes quedan fuera de la nueva dinámica del mercado. Para Garicoche, lejos de ser un proceso negativo, es una oportunidad para la formalización de la economía, apuntando a un trabajo con mayor calidad y formalidad. Aunque la inflación general es «relativamente estable», el foco de preocupación se centra en los alimentos, que afectan a la inmensa mayoría de los hogares.
El economista reconoce el rol del Banco Central en «domar la inflación», pero sostiene que la pelota está ahora en el tejado del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). El gran reto es diseñar políticas que permitan estabilizar la producción y, por ende, los precios de los alimentos.
La meta de «Paraguay por dos» (duplicar el PIB) debe ser analizada con cautela: ¿es el PIB de todos los paraguayos o de solo algunos?
Garicoche describe la doble realidad que se observa en el mercado:
- Clase Media Creciente (o incipiente): La proliferación de tiendas de muebles de lujo en Asunción y Gran Asunción evidencia el crecimiento de ciertos mercados de alto poder adquisitivo.
- Segmento de Ingresos Bajos: La aparición de productos con gramaje cada vez más pequeño en los supermercados apunta a un público que «vive el día a día» y necesita raciones más pequeñas, siendo este el segmento más afectado por las dificultades económicas.
Para estabilizar los precios de los alimentos, Garicoche sugiere explorar políticas como la construcción de silos o invernaderos, que permitan a la producción «surfear» los factores climáticos. Además, es vital generar información de mercado para conectar a productores y puntos de venta, evitando paradojas como que los tomateros terminen «tirando todos sus tomates en la calle» mientras el precio al consumidor es elevado.
Finalmente, el economista recalca que el verdadero desafío de multiplicar la economía pasa por la preparación interna. Sin inversión en salud y capital humano (educación), una población no saludable y no capacitada difícilmente podrá aprovechar el crecimiento, incluso si la economía «se triplica».
