Miles de rusos desafían al Kremlin y dan el último adiós al opositor Alexei Navalny
En medio de un gran despliegue policial y bajo la amenaza de detenciones, miles de ciudadanos rusos se congregaron este viernes en la iglesia ortodoxa del distrito de Maryino, en Moscú, para dar el último adiós al líder opositor Alexei Navalny, quien falleció el pasado 16 de febrero en una cárcel cerca del círculo polar ártico, donde cumplía una condena a 19 años de prisión.
Navalny, de 47 años, era el principal crítico del presidente Vladimir Putin y había sido envenenado con un agente nervioso en agosto de 2023, cuando regresaba de un viaje a Siberia. Tras ser trasladado a Alemania para recibir tratamiento médico, Navalny regresó a Rusia en enero de 2024, donde fue arrestado nada más aterrizar en el aeropuerto de Sheremetyevo, acusado de violar los términos de una sentencia suspendida por un caso de fraude que él y sus seguidores consideran fabricado.
Su muerte desató una ola de protestas en todo el país, que fueron duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad, que detuvieron a más de 10.000 personas, según la ONG OVD-Info. Varios países y organizaciones internacionales condenaron la muerte de Navalny y pidieron una investigación independiente sobre las circunstancias de su fallecimiento y su envenenamiento.
Entre los asistentes al funeral de Navalny se encontraban los embajadores de Alemania, Francia y Estados Unidos en Rusia, así como varios activistas, periodistas y personalidades de la cultura y la política rusa. También estuvieron presentes sus padres, su esposa Yulia y sus dos hijos, Daria y Zakhar, quienes pronunciaron unas emotivas palabras en su memoria.
“Alexei fue un hombre valiente, honesto y generoso, que dedicó su vida a luchar por la libertad y la justicia en Rusia. No tenemos miedo, porque sabemos que su legado seguirá vivo en el corazón de millones de rusos que comparten su visión de un país mejor”, dijo Yulia Navalny, quien recibió el apoyo y el aplauso de los presentes.
El féretro con el cuerpo de Navalny fue trasladado desde la iglesia hasta el cementerio de Borisovsky, donde fue sepultado en una ceremonia privada, rodeado de sus familiares y amigos más cercanos. Algunos de los asistentes al funeral portaban claveles rojos y blancos, los colores de la bandera de Rusia, y carteles con lemas como “Navalny, héroe nacional” o “Putin, asesino”.
La policía mantuvo un fuerte dispositivo de seguridad en los alrededores de la iglesia y el cementerio, y bloqueó el acceso a varias estaciones de metro y calles cercanas. Según OVD-Info, al menos 125 personas fueron detenidas por intentar acercarse al lugar del funeral o por participar en actos de homenaje a Navalny en otras ciudades del país.
El Kremlin ha negado cualquier implicación en la muerte o el envenenamiento de Navalny, y ha acusado a sus seguidores de provocar disturbios y de recibir financiación y apoyo de potencias extranjeras. El portavoz del presidente, Dmitry Peskov, dijo que el funeral de Navalny era un “asunto privado” y que el gobierno no tenía nada que ver con él.
Sin embargo, muchos de los asistentes al funeral expresaron su indignación y su tristeza por la pérdida de Navalny, y su esperanza de que su lucha no haya sido en vano.
“Alexei fue un ejemplo para todos nosotros, un líder que nos inspiró a salir a la calle y a exigir nuestros derechos. Su muerte es una tragedia, pero también una llamada a la acción. No podemos rendirnos, tenemos que seguir su camino y hacer realidad el cambio que él soñó para Rusia”, dijo Marina, una estudiante de 23 años que acudió al funeral con una bandera rusa.
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