En los últimos años, ha cobrado relevancia un fenómeno preocupante: el consumo de vapeo entre los jóvenes. Este hábito, que hasta hace poco parecía una moda inofensiva, ha mostrado consecuencias graves para la salud, especialmente en los menores de 30 años. Aunque la terminología relacionada con los daños del vapeo ya existía desde 2016, fue en 2020 cuando se consolidó el término «EVALI», que se refiere a la «lesión pulmonar asociada al uso de productos de vapeo». Esta condición afecta principalmente a menores de 25 años, con una menor incidencia en personas mayores de 30.
El Prof. Dr. Sergio Aquino, Jefe de la Cátedra y Servicio de Neumología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción (FCM-UNA), explicó que aún no se comprende completamente la razón detrás de la agresividad de la injuria pulmonar aguda en los jóvenes, pero algunas investigaciones apuntan a que los menores de 30 años consumen en mayor medida productos derivados del tabaco a través de dispositivos electrónicos. Según una encuesta de adicciones publicada por el Ministerio de Salud en 2022, el 80% del consumo de tabaco en esta franja etaria proviene de estos dispositivos, mientras que solo el 20% inicia con cigarrillos tradicionales. Por el contrario, los mayores de 30 años tienden a consumir tabaco convencional en un 80%, siendo solo el 20% quienes recurren a dispositivos electrónicos.
Este panorama se vuelve aún más alarmante cuando observamos el comportamiento de los estudiantes en los colegios y universidades. Aunque muchos practican deportes y llevan una vida activa, el 80% de ellos recurre al vapeo fuera del entorno escolar. De hecho, en nuestro país ya se han reportado dos casos de fallecimiento relacionados con EVALI: uno de una joven de 16 años y otro de un hombre de 21. La primera víctima fue una adolescente que, al momento de su internación en el Hospital Regional de Luque, estaba vapeando, sin que sus padres lo supieran. Este caso refleja una triste realidad: la falta de comunicación entre los jóvenes y sus familias, lo que dificulta la identificación temprana de problemas de salud relacionados con el consumo de estas sustancias.
Es crucial que, como sociedad, trabajemos en mejorar la comunicación dentro de las familias, sin caer en la invasión de la privacidad, pero sí fomentando un diálogo abierto y honesto. La identificación temprana de estos problemas puede marcar la diferencia entre un tratamiento exitoso y consecuencias graves para la salud de los jóvenes.
Las secuelas de una enfermedad relacionada con el vapeo no son menores. Cuando un paciente sufre una injuria pulmonar aguda, no se trata de una simple internación en sala común, sino que, en la mayoría de los casos, se requiere atención en terapia intensiva. Los costos asociados con este tipo de tratamiento son mucho más elevados, lo que impacta tanto en las finanzas familiares como en el sistema de salud pública del país, ya que la mayoría de estos casos se atienden en hospitales públicos.
Es vital que sigamos concienciando sobre los riesgos del vapeo, no solo desde un enfoque individual, sino también colectivo, involucrando a las instituciones educativas, las familias y las autoridades sanitarias en la lucha contra este fenómeno que amenaza la salud de nuestros jóvenes y genera una carga económica significativa.
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